miércoles, 20 de julio de 2011

Gracias a las innovaciones de Dom Pérignon podemos disfrutar del champán

No podemos saborear un buen vino espumoso o el exquisito champán sin pensar en el abate benedictino Dom Pierre Pérignon, quien vivió la mayor parte de su vida en el siglo XVII.

Dom Pérignon fué custodio de las cavas de la abadía de Hautvilliers en el distrito de Épernay (departamento de Marne, Francia). Esta zona es de un valor histórico pues fué testigo de célebres combates como el de la victoriosa coalición romana-visigoda-franca contra Atila el Huno (Batalla de los Campos Cataláunicos, 451 d.c.); las dos sufridas batallas Chalons-sur-Marne (1914 y 1918) en la Primera Guerra Mundial; y la Contra Ofensiva alemana de las Ardenas en la Segunda Guerra Mundial (1944).

Durante la administración de Dom Pérignon, la abadía incrementó su producción de vinos, gracias a que él introdujo el uso del corcho para sellar de forma hermética e impermeable las botellas. Esta innovación fué importante ya que primeramente, en tiempos ancestrales el vino era inerte por estar en vasijas abiertas. Ya en el medievo se taponaban las botellas con una mixtura de lana empapada en aceite y cera. Con el corcho no solo se preservó mejor el vino, sino se pudo dar la fermentación del vino achampañado y burbujeante.

Según las crónicas, Pérignon en una de sus inspecciones a las cavas, pudo constatar la fermentación gasificada de los vinos. Al probar el producto y sentir el intenso sabor chispiante por las burbujas, no deja de gritar a sus compañeros: "...hermanos, hermanos...venid pronto, estoy bebiendo las estrellas...".

No hay comentarios:

Publicar un comentario